Mediación si o mediación no. El
debate está en la calle. Para otros muchos ni siquiera existe, debido a su
ignorancia. Pero lo cierto y verdadero es que podemos afirmar que la duda está
en el aire y que no existe conocimiento de la respuesta más válida a semejante binomio.
Todos los que trabajamos por la mediación y en mediación consideramos que, dando por hecho lo apasionante que nos resulta la profesión por la que trabajamos, nos encontramos ante una situación de cambio, necesario, inminente, en el cual la política social actual y el sistema judicial español no dan cabida ni abasto a resolver multitud de conflictos existentes. De igual modo, consideramos la mediación como vía alternativa y adecuada para dar respuesta a muchas familias, vecinos, empresas...sin tener que litigar, agilizando el proceso y reduciendo costes, a través del restablecimiento de la comunicación y el diálogo entre las partes, con un papel de figura intermediaria o facilitadora para el mediador, cuya intervención se antoja clave en el devenir del proceso a pesar de que la decisión recae sobre los mediados. Es así que nos inclinamos por su necesidad, augurando un apasionante futuro a su ejercicio profesional. Nos aferramos igualmente a la regulación del Decreto 37/2012, de 21 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de Desarrollo de la Ley 1/2009, de 27 de febrero, reguladora de la Mediación Familiar en la Comunidad Autónoma de Andalucía, y a nivel nacional, el reciente Real-Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, promulgada con el fin de dar ese empujoncito final que nos lleve a ser reconocidos y no ignorados por el ciudadano de a pie.
Todos los que trabajamos por la mediación y en mediación consideramos que, dando por hecho lo apasionante que nos resulta la profesión por la que trabajamos, nos encontramos ante una situación de cambio, necesario, inminente, en el cual la política social actual y el sistema judicial español no dan cabida ni abasto a resolver multitud de conflictos existentes. De igual modo, consideramos la mediación como vía alternativa y adecuada para dar respuesta a muchas familias, vecinos, empresas...sin tener que litigar, agilizando el proceso y reduciendo costes, a través del restablecimiento de la comunicación y el diálogo entre las partes, con un papel de figura intermediaria o facilitadora para el mediador, cuya intervención se antoja clave en el devenir del proceso a pesar de que la decisión recae sobre los mediados. Es así que nos inclinamos por su necesidad, augurando un apasionante futuro a su ejercicio profesional. Nos aferramos igualmente a la regulación del Decreto 37/2012, de 21 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de Desarrollo de la Ley 1/2009, de 27 de febrero, reguladora de la Mediación Familiar en la Comunidad Autónoma de Andalucía, y a nivel nacional, el reciente Real-Decreto-ley 5/2012, de 5 de marzo, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, promulgada con el fin de dar ese empujoncito final que nos lleve a ser reconocidos y no ignorados por el ciudadano de a pie.
En otro nivel encontramos a los
detractores, donde englobamos igualmente a los pesimistas. Todos aquellos que
ven en la mediación un oportunismo egoísta o todos aquellos que, creyendo en su
necesidad, no ven futuro a la misma, por pensar que no nos encontramos ante un
proceso innovador o que implique un giro radical en relación a lo ya existente,
y que pueda despertar interés en la sociedad, ya sea por considerarlo como
alternativo, residual, o poco convincente (muchos siguen pensando que hoy día
no es posible lograr el entendimiento y llegar a un acuerdo mediante el
diálogo, y que sólo una decisión que venga impuesta por un superior será
acatada y respetada, desechando así los fines con que definimos nuestra
profesión). En definitiva, aquellos que no piensan que la mediación puede
responder a esas carencias sociales de las que hablamos.
En suma, lo único cierto y verdad
es que la mediación está más que nunca en boca de todos, y que la sociedad de
hoy día se encuentra estancada en unos principios y valores que cada vez distan
más de lo moral o políticamente correcto. Y es por ello que los que creemos en
el bien de la mediación y que consideramos que la comunicación y el diálogo
merecen su oportunidad para propiciar el cambio y dar un enfoque positivo a los
conflictos, debemos aprovechar para, con la ilusión del día a día, y ahora que
estamos en la orilla, no ahogarnos, zanjando así con un triunfo este más que
vivo debate a favor de la inserción de la mediación en nuestro sistema.