miércoles, 11 de septiembre de 2013
EL TRIUNFO DE LA ESPERA
A veces una mediación no concluye con un acuerdo; ¿Significa esto que el proceso de mediación ha fracasado? Es una de las grandes cuestiones planteadas por la sociedad al oir hablar de mediación. Es a la vez uno de sus grandes parapetos y miedos, a la hora de poder confiar en nuestro proceso para la resolución de conflictos. Obviamente, no toda mediación concluye con acuerdo, pero no supone ello un fracaso. Me posiciono y considero que los clientes que acuden a una mediación suelen poner de manifiesto, desde el primer momento, su preocupación acerca de las posibilidades de éxito del proceso, que se traduce en preguntas muy concretas acerca de esta cuestión en la sesión inicial. No sin advertir acerca de su protagonismo acerca de este asunto, sí es bueno contarles algunas ventajas añadidas que, con independencia de la obtención de un acuerdo (que en última instancia, dependerá de ellos), el propio proceso les va a dar. La primera es la creación de un espacio al que las partes acuden, que lleva implícita la posibilidad de ser escuchados por el otro. Incluso en el caso de que no se obtuviera un acuerdo final, no olvidemos que para los mediados es esencial contar su historia, su versión. Dirigirse a la otra parte para hacerlo no es fácil sin ayuda, y no olvidemos que, cuando acuden, sí suele haber (salvo excepciones) ya una sensación de fracaso, o al menos de incapacidad de comunicarse. No importa qué tipo de asunto estemos mediando, cada parte va a experimentar emociones incómodas, que son causa y consecuencia del conflicto: rabia, miedo, arrepentimiento, envidia, preocupación por el futuro … La mediación es un espacio seguro para que esas emociones sean expresadas, y contenidas. El mediador, como canal de comunicación que es, ha de facilitar que así sea. Dependiendo de en qué escuela se base, el abordaje de estas será distinto, pero siempre van a ser atendidas. ¡Cuántas veces, tras una mediación sin acuerdo, y sobre la base de lo trabajado, las partes, que han obtenido una aproximación mucho más emocional a su conflicto, continúan una negociación y alcanzan un acuerdo posterior! En segundo lugar, la mediación proporciona a las partes y, en su caso, a sus abogados, una aproximación mucho más realista al conflicto. La posición inicial, tan inherente a la condición humana, de dar vueltas, de fortalecer el discurso que nos avala, que nos hace “cargarnos de razón” y el miedo a que en éste haya debilidades, impide esta visión. El mediador puede ayudar a que las partes vean lo que les cuesta ver, y valoren el riesgo de no llegar a acuerdos. Una vez más, aún en una mediación que no se cierra con acuerdo, las partes y sus abogado, estarán mucho más abiertos, siquiera sea a valorar los riesgos de mantener la situación, o iniciar otro tipo de acciones, que el que antes tenían. Como señala Nikola White, las partes, incluso si la mediación ha resultado “fallida”, habrán tenido la oportunidad de ver tanto la fotografía grande, como la pequeña de su conflicto. La grande es una revisión estratégica mucho más global de este. La pequeña es que la mediación ayuda a las partes a ver, a sentir la posibilidad y el interés de reducir las cuestiones que les separan. Al llegar, el problema parece tan grande, que “los árboles no dejan ver el bosque”. Un mediador experto puede ayudar a las partes a identificar las cuestiones reales que integran el conflicto. Los acuerdos “post mediación” (que, como ya he dicho, son frecuentes, y de los que también hay que hablar) se basan, al menos en mi experiencia, en una consecuencia natural de la mediación: una percepción mucho más clara de los intereses, necesidades y razones de la otra parte. Y además, muchas veces, las partes necesitan tiempo para procesar lo visto en el proceso de mediación, antes de plasmar un acuerdo. Si todo lo anterior sucede (y sucede, es real) ¿son realmente “fallidas” las mediaciones que no concluyen con un acuerdo? Desde luego que no.
lunes, 15 de julio de 2013
UNA CULTURA REAL Y EFICAZ….UNA CULTURA MEDIADORA
Cada vez son más los Colegios de Abogados de las
diferentes ciudades españolas que se suman al movimiento de la mediación,
creando centros específicos que eviten que algunos casos de litigios lleguen
ante el juez. Recientemente, en el Colegio de Abogados de Sevilla se ha
aprobado la creación de un registro de mediadores civiles y mercantiles para
todos aquellos colegiados que además, acrediten tener formación como mediador
en la materia. Ello dará lugar a un sistema de turnos con el fin de “descongestionar”
el colapso judicial, así como poder dar a la ciudadanía una nueva forma de
poner fin a sus litigios, mediante esta vía extrajudicial.
Sin embargo, la mediación no solo atañe a abogados,
sino también a otros titulados y profesionales que del mismo modo pueden
ejercer de mediadores, como por ejemplo psicólogos y trabajadores
sociales, entre otros. En todo proceso judicial, las partes sufren psicológica
y emocionalmente; es entonces cuando la figura del mediador experto en
Psicología u otras ciencias puede resolver el conflicto de una forma no
traumática para los afectados, que junto con la labor de un abogado
adecuadamente instruido en el ámbito jurídico y legislativo harán posible
conseguir resultados más satisfactorios.
Es con esa premisa con la que igualmente se ha aprobado en el Boletín de la Junta de Andalucía, la Orden de 16 de mayo de 2013, por la que se establecen los contenidos mínimos de la formación específica de las personas mediadoras, y en la que tienen cabida no solo abogados, sino también trabajadores sociales, psicólogos, educadores sociales...
Para que este conjunto de iniciativas referidas sean
más efectivas se contemplan medidas tomadas por los jueces como potenciar la
derivación de los casos antes de llegar al juicio. Sin embargo, ”no todo
es mediable” y solo ciertos acuerdos pueden alcanzar validez jurídica,
aunque siempre será recomendable descongestionar los juzgados en la medida de
lo posible para un mayor rendimiento del sistema judicial.
Otra tarea fundamental, quizá la más difícil de
conseguir, consiste en fomentar la participación voluntaria de las partes en
conflicto, ya que en España aún no está extendida la cultura de la mediación a
juicio de los profesionales de los distintos centros. La clave es divulgar y
dar a conocer la mediación ante la sociedad, informando sobre sus numerosas
ventajas y los beneficios que aporta a los implicados. Además, se trata de una
alternativa real y consistente que soluciona los conflictos en menor tiempo y
cuyo índice de sostenibilidad de los acuerdos alcanzados es del 98%, según datos
estadísticos contrastados.
Es tal vez el mayor déficit que rodea a la mediación:
su desconocimiento, su falta de credibilidad, de experiencia. Todo el mundo ha oído
hablar de la mediación, pero pocos saben a ciencia cierta de que se trata. Todo
el mundo esboza una sonrisa cuando alguien les dice que la mediación es un
método alternativo de resolución de conflictos mediante acuerdos alcanzados
entre las partes, que tienen menor demora temporal que un acuerdo judicial, así
como menos costes. Pero pocos a día de hoy apuestan por la mediación.
Así, toda iniciativa a potenciar el conocimiento de
nuestra ciencia, de nuestra profesión, es vital para poder tener éxito en todas
estas iniciativas recientes que persiguen lo que todo mediador desea: el
crecimiento y sostenimiento en nuestra sociedad de una realidad común, la de
poder hablar de mediación como una herramienta mas a disposición del ciudadano
cara a resolver sus conflictos familiares, civiles, mercantiles…¿y quién mas
sabe qué?
lunes, 3 de junio de 2013
¿ADAPTACIÓN AL CAMBIO?
Como ya
he reseñado alguna vez, hoy por hoy nos encontramos en un proceso de cambios
muy evidentes. Algunos resultan traumáticos y violentos. Otros, sin embargo,
parece que se van implantando paulatinamente y de forma tranquila. Todos ellos
son muy notorios y la mayoría de las veces nos asustan. Pero no debemos olvidar
que la vida es un continuo cambio, aunque a veces no nos demos cuenta o no
queramos darnos cuenta. Quiero detenerme a pensar si nos encontramos
preparados para afrontar los cambios necesarios que debe poner en práctica
nuestra sociedad, en torno a la resolución de sus conflictos.
Los
científicos nos dicen que nuestras células mudan sin cesar, sabemos que cada
día es diferente al anterior, la noche sigue al día, la semilla se transforma
en planta, tras la tormenta, la calma… Yo mismo no me reconozco cuando mi humor
varía en un misma jornada: por la mañana me despierto alegre, pero puede
suceder que por la tarde me sienta algo abatido por algún acontecimiento que
haya tenido lugar al medio día, por ejemplo...
Desde mi
punto de vista, dentro de estas transformaciones que están funcionando hoy en
día y además creo que de forma muy positiva, se encuentra la MEDIACION. El
enfoque desde el que se trata el conflicto y su resolución es muy diferente al
que ha dominado hasta ahora, porque los implicados son los verdaderos
protagonistas para analizarlo, gestionarlo y resolverlo o intentar resolverlo.
Hasta
ahora la fórmula imperante suponía varias premisas que funcionaban en la
mayoría de los protagonistas de una disputa:
La culpa
la culpa no es mía, es del otro. No soy el responsable de este problema. No sé
cómo he podido llegar a esta situación. Este problema me supera, nos supera.
Tienen que solucionármelo y además dándome la razón. Etc…
La
mediación es esencialmente un proceso de toma de conciencia, de darse cuenta de
que tú sí eres el creador del problema, así que revisa la trayectoria.; tú eres
el responsable del problema, así que dale respuesta. En definitiva, tú eres el
dueño o co-dueño del problema, así que intenta resolverlo. Es una recuperación
del poder para gestionar tus conflictos y por tanto tu vida. En este
proceso, un BUEN MEDIADOR es un acompañante que ayudará a los protagonistas a
clarificar, enfocar, proponer, diseñar y en definitiva elevar la
capacidad de comunicación con el otro y por tanto contigo mismo y crear la
solución o intentar crearla juntos, es decir, potenciar la CAPACIDAD CREATIVA
para hallar salidas, soluciones.
Esto va
muy en consonancia con los mensajes que los motivadores, coach, orientadores,
consejeros, etc. dan al problema de la fuerte crisis profesional y laboral que
estamos viviendo hoy. Emprende, motívate, hazte dueño de la situación, no
enfoques el obstáculo como una víctima, actúa, eres el protagonista de tu vida…
Llegados
a este punto, conviene que nos hagamos varias preguntas básicas y que vayamos
respondiéndolas para saber si nos adaptaremos o nos a esta nueva ola, que no es
una moda pasajera, sino una nueva visión que viene para mejorarnos y mejorar
nuestra sociedad. De nuestra flexibilidad y capacidad de adaptación dependerá
nuestro éxito.
¿Para qué necesitamos este vuelco de
modelo? ¿Qué es lo que queremos? ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de la
responsabilidad, de la auténtica comunicación y de la creatividad?. Ustedes
mismos sabrán….
jueves, 14 de marzo de 2013
MEDIACIÓN Y DESAHUCIOS
El Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Sevilla remitió este lunes pasado
al equipo de gobierno de Juan Ignacio Zoido (PP) una propuesta para la creación
de una oficina de mediación, intermediación y asesoramiento para las personas
víctimas de desahucios y en colaboración con las entidades sociales, con
consumidores y vecinos, y con profesionales jurídicos, según anunció el
portavoz del PSOE, Juan Espadas, que ha realizado un llamamiento a Zoido para
que atienda el "clamor existente", teniendo en cuenta el crecimiento
del 260 por ciento del número de desahucios entre 2011 y 2012 en la provincia,
de los que el 74 por ciento son en la capital, con 668 lanzamientos.
Con esta noticia nos despertamos el lunes 11 de marzo en Sevilla, un paso
más en aras de profesionalizar y dar cabida a nuestra labor. Y en un ámbito, el
de los desahucios, tan violento a veces, como imprescindible. Son muchas las
familias en la calle, o en visos de estarlo, que necesitan apoyo, respuestas,
ayuda. Hoy mismo, jueves 14, se ha conocido que el Tribunal europeo se ha mostrado contrario a la Ley Hipotecaria española en alguno de sus puntos, ley que de otro modo, hemos de considerar obsoleta (data de 1946). Un pasito mas.
Frecuentemente la actuación judicial o policial, sin ton ni son, ha dado al
traste con la esperanza de muchos sevillanos, así como españoles, de poder
prorrogar sus préstamos sin ser desalojados, o de encontrar soluciones que
puedan ser intermedias, sin fatales consecuencias para los afectados por
impago, así como sin eximirles de su obligación de pagar, que debe permanecer
siempre y en todo momento, dicho sea de paso.
Se trata de encontrar la fórmula que logre ese equilibrio entre las partes,
los afectados y las entidades bancarias, sin que estas últimas, en defensa de
sus derechos jurídicos, desprotejan a muchos ciudadanos sin preocuparse en
exceso de la mísera situación en la que quedan muchos de ellos. Aquí debe
surgir el papel y la labor del mediador.
Considerando nuestra figura como aquella neutral e interesada en el
restablecimiento de las relaciones entre las partes, el apoyo que puede mostrar
un mediador, así como la convicción y seguridad que se le puede otorgar a una
entidad bancaria de que existen más alternativas que el desalojo de los
afectados, debe primar como una posibilidad más que real en nuestra sociedad a
día de hoy. El elevado número de desahucios llevados a cabo, y peor aún, que se
otean en el horizonte, no nos pueden dejar cruzados de brazos. Se trata del
futuro de muchas familias que, por unas razones u otras, no han tenido todas
consigo para poder cumplir sus obligaciones. Y hablo de familias con interés en
cumplir estas, por supuesto. Deben
valorarse fórmulas que evitando el desahucio, no eximan la responsabilidad de
pago (igual que está tan de moda la dación en pago, se pueden plantear
alternativas: exención de pagar durante un tiempo con una posterior subida de
intereses cuando la situación de regularice, bonificaciones a la entidad
bancaria que conceda facilidades a los obligados al pago sin desalojarlos…),
siendo cualquiera que satisfaga a ambas partes como válida. He ahí su libertad
de decisión y acordar, sin llegar a la imposición, como sucede con la actuación
judicial.
Es por eso imprescindible otorgar prioridad a invertir en mediación, en dar
la oportunidad a un nuevo mecanismo de actuación, que inspire confianza, debido
al fracaso del sistema judicial actual. La mediación debe ser más que un
complemento o alternativa, merece un primer plano en algunos aspectos, y en el
drama de los desahucios encontramos un protocolo de actuación como anillo al
dedo. Una tarea complicada, pero que, bien planteada, puede ser beneficiosa
para todas las partes, consiguiendo a su vez de un golpe economizar esfuerzos,
tiempo y dinero.
Ojalá ese espíritu mediador que tan de moda esta en nuestra sociedad no
quede en eso, y campo a campo, convenza a las esferas más altas de su necesidad
de implantación a día de hoy. Muchas familias seguro que lo agradecerán…
viernes, 22 de febrero de 2013
EL MODELO CIRCULAR NARRATIVO DE SARA COBB
El nacimiento de este modelo se le atribuye a Sara Cobb, si bien otra de las
grandes teóricas del modelo circular narrativo es autora Marinés Suares. Este
modelo, que nace del paradigma sistémico, por lo que tiene gran importancia la
comunicación (especialmente el elemento circular que existe en toda
comunicación), está orientado tanto al acuerdo como a la modificación de las
relaciones entre las partes.
Una de las premisas
de las que se parte es que con el lenguaje construimos e idealizamos la
realidad, por lo tanto modificando las narraciones modificamos la percepción de
esa realidad.
El contexto de
mediación es un contexto de adversidad. Cuando las partes concurren a la
mediación ya se han definido a sí mismas como adversarias, por lo tanto esto
contribuye a la producción de historias o narraciones de acusación, reproche,
justificación y negación.
Nuestro sentimiento
es el resultado de las narrativas, de las historias que nos contamos a nosotros
mismos en primera persona y de las historias que escuchamos y aceptamos (a
gusto o a disgusto) de las otras personas sobre nosotros mismos.
Este método de
mediación se basa en cuatro etapas, cada una de ellas pudiendo estar compuesta
por varias sesiones de mediación. El eje central es la comunicación y el manejo
de ésta.
-Pre-reunión: Esta
etapa no la realiza el mediador que llevará el resto del proceso y se realiza
con las partes por separado. Se quiere evitar la interacción y que se produzca
una colonización de las narrativas. Esta reunión es básicamente explicativa de:
las características del proceso de mediación, de la importancia y a qué nos referimos
con la confidencialidad, firma del acuerdo de confidencialidad, honorarios y tiempo.
-Primera etapa:
reunión conjunta (esta es la primera etapa en la que interviene el mediador que
va a llevar el proceso), enfocada a encuadrar el proceso y a establecer las
reglas: confidencialidad, todos van a hablar, todos tendrán reunión individual,
todos tendrán reunión conjunta, no deben interrumpirse, cualquiera, si quiere
puede irse y explicitar las alternativas que tienen. Aceptado el
procedimiento se comienza, normalmente preguntando quién contactó con el
servicio de mediación, y una vez recogido, se les pregunta quien quiere comenzar
con la reunión individual.
-Segunda etapa:
reunión individual
Los objetivos serán conocer
bien el problema, ver cuáles son los objetivos, recursos, necesidades,
peticiones a la otra parte, contribuciones para solucionar el problema; borrar
el discurso de los derechos con el que normalmente argumentan cada una de las
partes, circularizar y conocer qué soluciones han intentado y que evidentemente
no han funcionado.
-Tercera etapa:
reunión interna o del equipo para reflexionar en el caso y construir una
historia alternativa que reúna los siguientes requisitos: legitimar a las
personas que tiene problemas, contextualizar el conflicto, establecer una
historia positiva para todas las partes y predecir las dificultades.
-Cuarta Etapa: reunión
conjunta
Es la fase en la que
se debe construir el acuerdo y buscar nuevas opciones, ventajas y desventajas
de cada una de ellas. Así nace la necesidad de escribir un acuerdo provisional
de forma positiva.
lunes, 4 de febrero de 2013
El MODELO TRANSFORMATIVO DE BUSH Y FOLGER
Tras haber analizado hace unos días el método tradicional- lineal,
continuamos nuestro estudio de los modelos de mediación, deteniéndonos hoy en
el modelo transformativo, que impulsaron Robert Bush y Joseph Folger.
La finalidad principal de la escuela transformativa es modificar la
relación las partes, por lo que no se pone tanto énfasis en obtener el acuerdo,
aunque por supuesto es el objetivo final, pero será una consecuencia de esa
nueva situación.
Para lograr el objetivo se programan reuniones conjuntas o privadas al
igual que en el modelo Harvard, aunque a diferencia, el mediador intenta
introducir una comunicación relacional de causalidad circular. En las
entrevistas se procura que cada parte potencie su protagonismo y pueda
reconocer su cuota de responsabilidad en el desenvolvimiento de la controversia
y la que le corresponde a su oponente. Este modelo tiene un fuerte predominio
terapéutico.
El Modelo transformativo de Bush y Folger considera que la Mediación ha
sido exitosa no cuando en la misma se llega a un acuerdo como fin. Definen el
objetivo como el mejoramiento de la situación de las partes comparada con lo
que era antes. En la Mediación transformadora se alcanza éxito cuando las
partes como personas, cambian para mejorar, gracias a lo que ha ocurrido en el
procesos de Mediación.
Según Bush y Folger, una parte resulta revalorizada en la Mediación cuando alcanza una comprensión más clara, comparada
con la situación anterior, de la que le importa. Comprende más claramente cuáles
son sus metas y sus intereses en la situación dada, porque persigue esas metas
considerando que ellas son importantes y merecen consideración. Se cobra
conciencia de la gama de alternativas que puede garantizarles total o
parcialmente la obtención de sus metas, y de su control sobre esas
alternativas. Comprende que existen decisiones, con respecto a lo que se debe
hacer en la situación y que ejerce cierto control sobre dichas
decisiones".
El participante comprende que puede elegir si continuar la Mediación o si
la abandonará, si aceptará o rechazará el consejo jurídico o de cualquier otro
carácter, si aceptará o rechazará una posible solución y que al margen de las
restricciones externas, siempre se le ofrecerán alternativas, y el control
sobre las mismas es exclusivamente de el. De esta manera se acrecientan o
aumentan sus propias habilidades en la resolución de Conflictos.
El participante aprende a escuchar, a mejorar la comunicación, organizar y analizar
cuestiones, a presentar argumentos, utilizar técnicas como la ubicación de
ideas, evaluar soluciones alternativas y a tomar conciencia de los recursos que
posee. Observa más claramente que posee la capacidad de comunicarse o persuadir
eficazmente, puede redistribuir sus recursos de modo que tengan más alcance,
sus recursos son suficientes para promover una solución que antes no contemplaron;
puede aumentar sus recursos explotando una fuente suplementaria de apoyo a lo
que antes no había contemplado.
Puede deliberar y adaptar decisiones acerca de lo que hará en las
discusiones de la Mediación y la posibilidad de acordar y el modo de hacerlo, o
de los restantes pasos que dará. Puede evaluar plenamente las cualidades y las
debilidades de sus propios argumentos y de la otra parte, las ventajas y
desventajas de las posibles soluciones y evaluaciones.
Si bien es cierto el atractivo que despliega el modelo transformativo de formación en mediación, no hemos de olvidar que el despliegue de este modelo se ha producido allí donde hay una larga experiencia de participación en la mediación, y donde los grupos sociales que intervienen en los conflictos no se estructuran por su profesión sino por su participación en el conflicto, siendo este atributo, ser parte, el que legitima para estar en la mediación. Todo esto nos lleva a pensar en conflictos alejados de los llamados "privados", es decir, los "públicos" o "comunitarios", como los más pertinentes para su aplicación.
miércoles, 16 de enero de 2013
MODELOS DE MEDIACIÓN: EL MÉTODO TRADICIONAL-LINEAL, “HARDVAR”
A la hora de afrontar el proceso de
mediación, debemos conocer que podemos enfocarlo desde diversos puntos de vista.
Así, diferenciaremos por tradición tres líneas de pensamiento diferentes, que
engloban cada una de ellas un tipo diferente de modelo de mediación. Hablamos
del modelo tradicional-lineal
(conocido como Hardvare), del modelo
transformativo (de Bush y Folger), y del modelo circular narrativo (Sara Cobb).
Son las tres líneas principales de
actuación del mediador en el proceso, si bien esto no quita que la creatividad
o innovación que caracteriza al mediador, y la libertad por ende de actuar
conforme a sus pautas y premisas para lograr los mejores resultados, permita la
existencia de numerosos modelos de actuación de “cosecha propia”.
Hoy nos vamos a centrar en el modelo tradicional-lineal, o Hardvar.
Se trata del modelo más extendido, y se lo debemos a Roger Fisher y William
Ury, ambos miembros del Harvard Negotiation Project. Los dos desarrollaron este
modelo, conocido también como de negociación basada en principios, que se
aplica tanto a procesos de mediación, como de negociación.
El método se basa en cinco premisas: separar
a las personas del problema; centrarse en intereses, no en posiciones; inventar
opciones para ganar-ganar (ganar ambos); insistencia en el manejo de criterios
objetivos y conocer la mejor alternativa a un acuerdo negociado.
Obviamente, es un modelo eminentemente práctico: está completamente
orientado a la obtención de un acuerdo. Para ello, fomenta una comunicación
lineal entre los mediados, mediante la utilización de preguntas abiertas. En
esa misma medida, hay una cierta restricción de uso de preguntas cerradas, en
tanto en cuanto éstas no dan lugar a respuestas flexibles; centra la
mirada en el futuro, tiene una técnica ampliamente utilizada en procesos de
mediación de todo tipo; intenta manejar las emociones negativas de manera
resolutiva mediante apoyo en técnicas de legitimación y reformulación tan
pronto como es posible (pero dando mucha más importancia a la obtención de un
acuerdo).
Evita “enredarse” en bloqueos que puedan derivarse de una alta intensidad
emocional, ya que intenta no perder de vista el fin del proceso, que, como
hemos dicho, es la obtención de un acuerdo. Prima la comunicación verbal sobre
la que no lo es, y entiende el desacuerdo como la causa del conflicto, sin
dotar de excesiva importancia a las causas u orígenes de aquél. Por ello, no se
realiza (al menos de manera intencionada) un trabajo sobre la relación entre
las partes. La expresión de los mediados tiene lugar de manera ordenada, ya que
el modelo se caracteriza por una búsqueda de equilibrio a lo largo de
todo el proceso.
Se trata de un proceso estructurado, pero flexible, en el que el mediador
es un facilitador de la comunicación.
En cuanto a la celebración de las sesiones,
éstas pueden tener lugar tanto conjuntas, como individuales, manteniendo la confidencialidad en este último supuesto. El
mediador, respetando este principio, puede utilizar la información
obtenida en sesiones individuales para intentar fomentar el acuerdo.
Respecto a las ventajas que nos aporta este modelo, destacaremos que se utiliza para mediar en todo tipo de conflictos, si bien resulta especialmente conveniente en aquellos en los que no se precisa una mejora en la relación entre los mediados, y por lo tanto, cuando el conflicto es puntual, no existe una relación larga, y el objetivo no es mejorar la misma (aunque en toda mediación exitosa se cumple esta premisa). Tiene un índice de éxito en torno al 70%, superior al de otros modelos de mediación, lo que habla de su fiabilidad. Por eso, tiene gran aceptación en la mediación de conflictos de carácter mercantil u organizacional.
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